Soy un sinvergüenza

En el San Fernando de los cincuenta, aparecen recién “llegaos” de Pamplona, dos médicos nuevos, “gente con guita larga”, con la intención de poner una clínica privada. Benito; hombre dinámico y dicharachero, que sobrevive poniendo inyecciones, en cuanto los “endiquela” habla con ellos, y los convence para que le den la plaza de practicante, “con suerdo y tanto por siento”, y el se encargará de la promoción de la clínica. Para ello intenta un “trapicheo” con su compadre Agapito, parado de larga duración porque “es pobre pero honrao, y esto que quede sentao.”